cuanto amor




Siempre que me enamoro siento un despertar y la metáfora me es totalmente poco distante. El entumecimiento del cuerpo y el huevo de avestruz que de a poco se van. Van quedando junto a eso que abandono en el reino de la oscuridad, yendo a la luz que se revela de a poco. Lo primero que aparece es el recuerdo del sueño, todo el tiempo pasado desde el último amor parece irreal, me hago las mismas tardías preguntas a las horas de las lagañas ¿cómo no me di cuenta que no sentía nada?
- ¿Qué mi amor? – Le dije mientras se me acurrucaba como un cachorrito
- Tengo frío
- Metete abajo del plumón ¿ahí?
- Si, ¿qué pensabas?
- Dame un beso
- Listo ¿qué pensabas?
- No, dame un beso, pero un beso de esos kiss just a kiss
Y viene el beso. Primero se reconocen los labios, se acarician como gatos, se empujan, se abrazan, se entremezclan, se abren como las piernas de una mujer, gentiles, se dan, se comparten ese vacío intimo de las bocas, se asoman de almas, lo llenan todo, salen a bailar lenguas bajo lluvias tácitas, humedecen los labios, bocas, cachetes, se pierden en un frenesí y poco a poco el alma sin darse cuenta se sale casi por completo a ofrecerse, a fundirse y vuelve como quien tiende una cama desde la punta, acomodando primero los pliegues lejanos, retrotrayéndose, cerrando primero las ventanas más lejanas, reduciendo ese gran castillo a habitaciones, hasta que recoge la lengua y luego los labios vuelven a los abrazos, a la despedida alegre, al hasta pronto, se acarician y después de volver a ser uno y uno se desperezan como gatos en algo así como una sonrisa.
-Pensaba en que me pellizques, pero el beso fue mejor
Me muerde un hombro tiernamente y entre dientes pregunta - ¿Para qué?
-Para entender como eran los besos no sentidos. Ahora me parecen imposibles
- ¿decís que mis besos son no sentidos? – Se retrae a ella misma de forma violenta y de castigo me saca su abrazo tan todo.
- No tonta, los otros , los… no importa. Devolveme mi abrazo
- No, ahora me enojé
- Basta, que estamos tan bien ahora y sino nos volvemos tristes. Porque donde encuentra oportunidad se mete ese “no pudo ser” como una babosa gigante entre los dos, con su baba con gusto a irremediable y
- Basta vos, me da asco la babosa
Viene un abrazo, pero inevitablemente ahí está, son las almas contraídas del miedo que se miran a través de los pechos. Los abrasadores no pueden más que abrazarse más fuerte, pero no, sigue ahí contra los riñones, mirándose con deseo y miedo, amor y pánico. El recuerdo es un agua viva que te toca, te quema y después le tenés miedo al agua, al amor. Metáfora de Monte Hermoso (recuerdo de). Pero un suspiro deja escapar un poco de presión y otro beso reconcilia un poco.
- ¿Vamos a dormir
- ¿Tenés sueño amor?
- Si, las pastillas…
- Bueno dormí, yo quiero ver las estrellas por tu ventana un rato más
Se abraza inseparablemente contra mí, tranquila, así se duerme.

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